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El rey cauto
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Si lo permite Gran Visir, es mi deber decir lo que los ojos vieron en el pueblo bárbaro de Cimmeria, aunque solo Allah el Único y Clemente dispondrá las palabras adecuadas en mi lengua. Ya lo dijo el poeta: Hay una flama que arde en tu nombre Y enciende galaxias con filamentos De piedra y verbo. El viaje fue aterrador, la embarcación no fue pasto de los peces gracias a la fuerza de nuestras oraciones al Misericordioso, atravesamos el estuario repleto de bestias marinas nunca antes vistas por este humilde ciervo y nos dirigimos río arriba hasta las rústicas puertas del remoto reino. El rey bárbaro nos recibió escéptico, la curiosidad del monarca fue atraída por nuestros instrumentos de navegación y la ciencia matemática implicada en ellos. Aunque ya es un anciano, aún muestra la sabiduría y el vigor físico que le permitió reunir a las tribus que habitan aquellos bosques oscuros. Conan es un soberano desconfiado y así lo demostró, exigió el peso en oro de su cabal