─¿Es él? ─preguntó Azucena. ─Sí, es mi papá ─dije sorbiendo mi café. Miró concentrada la foto y preguntó si tenía otra, ya que esa no era muy nítida. ─No, es el único vestigio de mi padre, cuando nos abandonó mamá se dedicó a destruir todas las fotos donde él aparecía, no entiendo como esa fotografía escapó al exterminio. ─No se aprecian los ojos y la sonrisa parece fingida y para terminar de fregarla está en blanco y negro. ─Si vas a criticar devuélvemela… ─¡Espera!, tenemos que dejar la habitación en penumbra. Me levanté y cerré las persianas. ─¿Y ahora? ─¿Hace cuanto que no sabes de él? ─Como veinte años, recuerdo casi nada. ─Vale… Azucena leía en voz alta un librito mientras encendía velas y colocaba la foto sobre la taza de café en el centro de la mesa, no entendía nada de lo que decía, ella hablaba y gemía, comencé a arrepentirme de haber tomado en serio su propuesta. La fotografía se sacudió y Azucena se desplomó sobre la mesa, t