Cartas

Papá compró un mazo de cartas, venían empacadas en una preciosa caja de cartón. Encontré el mazo de cartas sobre el librero, víctima de la curiosidad las tomé. En la escuela —durante el receso—, saqué las cartas para mostrarlas a Tere y Azu. Traté de enseñarles a jugar burro castigado, pero las dos son unas cabezas huecas.
Azu hizo un truco de magia, pidió que escogiera una carta, lo hice: cuatro de copas. Revolvió mi carta con el resto:
—Sopla.
Soplé y miré incrédula los pases mágicos que hacía con los dedos. Me devolvió las cartas y las revisé; ¡mi carta había desaparecido! No tenía idea de cómo lo había hecho.
—¡Es magia titina! —dijo con su risita burlona.
Exigí la devolución de la carta, dijo que no sabía hacer el truco a la inversa, se encogió de hombros y se marchó. Lloré hasta que terminó el receso, mientras Tere trataba de consolarme.
En casa, aguardaba el regreso de papá. Mamá me llamó para bajar a saludarlo cuando regresó de la oficina; había pensado una historia para justificar la carta perdida. Cuando me acerqué a darle un beso a papá, sentí la náusea, arqueos  y vomité la carta: el cuatro de copas. ¡La odio!
Sergio F. S. Sixtos

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