La cita
Sábado
por la tarde, María tiene prisa: revisa el bolso una vez más, se
mira en el espejo, se alisa el cabello, revisa el carmín de sus
labios. Arturo la espera en el café de siempre, por tercera vez ha
llamado por teléfono, impaciente. María gira sobre sí misma. Toma
la cartera: hay suficiente efectivo, agarra las llaves, unas gotas
extras de Flowerbomb.
La
luz del atardecer se cuela por la ventana, dibuja rectángulos de luz
sobre las baldosas; María las atraviesa y cae por ellas, se
precipita en caída libre hacia el infinito.
Arturo
mira el reloj: ha transcurrido una hora desde la última llamada;
paga la cuenta y se marcha del café: maldice en voz alta.
Sergio F. S. Sixtos
Si lo entendi bien, se suicida?
ResponderEliminarImaginé que la luz sería un portal hacia el infinito. Un azar de la probabilidad lanzándola fuera de éste mundo. Pero tu interpretación es la que me interesa.
ResponderEliminarTambién lo vi como una alusión al suicidio.
ResponderEliminarGracias Alexander, creo que la mejor interpretación es dada por nuestra imaginación; me encanta la idea de las diferentes interpretaciones que puede tomar una historia. Un abrazo.
ResponderEliminarYo lo veo como un escape de la vida cotidiana, cansada de lo mismo, se arregla para buscar lanzarse a las infinitas posibilidades que le brinda un mundo paralelo: -como Alicia en el país de la maravillas-, en busca de aventuras, peligros que en su cotidianidad se han desdibujado.
ResponderEliminarMe gusta la idea Alejandra, gracias por la visita.
EliminarYo interpreto que decide en el último momento no acudir a la cita. Los micros tan cortos dan lugar a muchas interpretaciones, pero eso es bueno. A mí me gusta.
ResponderEliminarSaludos!
Hola Abril, gracias por la visita. Y creo que de eso se trata, de que el lector se adueñe de la historia y la interprete a su antojo. Saludos.
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